Tobias Kehrer (Osmin) y Edgaras Montvidas (Belmonte) en el primer acto de El rapto en el Serrallo, Festival de Glyndebourne, 2015
EL RAPTO EN EL SERRALLO (Die Entführung aus dem Serail), singspiel en tres actos de Wolfgang Amadeus Mozart. Dirección musical: Robin Ticciati. Dirección de escena: David McVicar. Escenografía y vestuario: Vicki Mortimer. Iluminación: Paule Constable. Coreografía: Andrew George. Reparto: Sally Matthews (Konstanze), Mari Eriksmoen (Blonde), Edgaras Montvidas (Belmonte), Brenden Gunnell (Pedrillo), Tobias Kehrer (Osmin), Franck Saurel (Pachá Selim). Coro Glyndebourne, dirección: Jeremy Bines. Orquesta de la Era de la Ilustración. Grabación del vivo desde el Festival de Glyndebourne, agosto de 2015. 1 BD (168 + 12 minutos). Audio LPCM 2.0 y DTS-HD Master Audio 5.1, subtítulos (no castellano). Opus Arte 2016 (OA BD 7204 D).
Cuando el director de escena David McVicar irrumpió en el panorama de la ópera a comienzos de los 2000, fue rápidamente identificado como un enfant terrible. Sus puestas tenían el sello de alguien que ama realmente la ópera, atento como pocos al libreto y al contexto histórico de las obras. Lo verdaderamente interesante es que McVicar podía hacer todo eso y además producir una interpretación estimulante, muchas veces polémica, pero nunca desfachatada. Con el tiempo, McVicar se transformó en una apuesta segura para aquellos espectadores que rehuían de las puestas en escena no-literales, pero que se han aburrido de ver el repertorio tradicional interpretado de manera conservadora.
Hoy esa imagen se haya ligeramente diluida: después que Peter Gelb jubilara la versión de Franco Zeffirelli para Tosca en el Metropolitan de Nueva York, el encargado de abrir la temporada 2009-2010 con una nueva producción fue Luc Bondy. Esa puesta pasó a la historia como un gran fiasco. Hoy, a menos de una década de ese seudo-escándalo, el encargado de desahuciar la puesta de Bondy es precisamente David McVicar, cuya producción de la ópera de Puccini significa, cosa curiosa, un giro conservador en el programa renovador de Gelb. Hoy por hoy, un quinto de la temporada actual del Metropolitan son puestas de McVicar.
Este Rapto en el Serrallo es un ejemplo de su trabajo más reciente: una dirección escénica cuidadosa y detallada, agraciada por el trabajo en la escenografía y el vestuario de Vicki Mortimer, y la iluminación casi pictórica de Paule Constable. El resultado es de una belleza muchas veces apabullante: el ingreso del Pachá Selim en el acto primero parece salido de un cuadro de Delacroix. Momentos como ese muestran el trabajo colaborativo de McVicar y su equipo en su mejor nivel. Hay momentos de comedia física en el primer enfrentamiento de Osmin y Pedrillo, un diálogo metafórico de dos culturas a través del cuidado de un jardín. Hay también momentos más osados, como el trato entre Osmin y Blonde al comienzo del acto segundo, una pelea doméstica en la cocina que termina con parte del mobiliario hecho trizas. Pero fuera de ese equilibrio entre el respeto por la obra y el intento de proporcionar una interpretación más actualizada de sus temas, no hay mucho más.
Brenden Gunnell (Pedrillo), Sally Matthews (Konstanze), Edgaras Montvidas (Belmonte) y Mari Eriksmoen (Blonde) en la escena final del acto 2 de El rapto en el Serrallo, Festival de Glyndebourne, 2015
Sally Matthews es una gran artista, y lo demuestra haciéndose cargo de un rol que la pone al borde sus posibilidades. Con gran elocuencia rinde |