Pedro-Pablo Prudencio es un joven director de orquesta chileno que en los últimos años ha trabajado de manera constante en la Argentina. En el Teatro Argentino de La Plata dirigió varios conciertos sinfónicos y para Buenos Aires Lírica tuvo a su cargo El rapto en el serrallo en 2012. Su historia con la música es bien particular y es el punto de partida para esta charla a propósito de su próximo compromiso con BAL para dirigir la Wagnerfest! en estos días. Pedro-Pablo inició sus estudios en el ámbito familiar, con tu padre, y luego los sistematizó en Alemania, en la Escuela Superior de Música en Hannover, inclinándose por la dirección orquestal y de coros.
De los diferentes maestros que tuviste en Hannover y luego de haber participado de cursos de perfeccionamiento con prestigiosos directores, ¿cuál de todos te impresionó más? ¿Qué enseñanzas fueron las más significativas para tu formación? Sinceramente me es imposible inclinarme por uno de mis maestros. Cada uno ha sido diferente y yo he ido aprendiendo de las cualidades de cada uno y obviamente también de los errores de ellos. La experiencia de vida que puede tener una persona como Kurt Masur te impresiona profundamente. Recuerdo que le hice una vez una pregunta sobre hacia dónde iba un fraseo en el clímax del Adagio de Barber. Él me miró con una cierta melancolía, respiró profundamente y me dijo que con esa música pensaba y recordaba un choque automovilístico gravísimo que tuvo, en el cual falleció su segunda esposa, y en ese silencio después del impacto donde no sabía si estaba con los vivos o con los muertos. No sé si me respondió la pregunta directamente, pero sí aprendí que cada uno tiene que encontrar su camino personal en la música. Por otro lado, Eiji Oue me decía que hay que inspirar a los músicos. Tiempo después comprendí la real importancia de esa enseñanza, porque los tiempos donde el director de orquesta era una especie de |