DESLUCIDO ORPHÉE Teatro Avenida, Av. de Mayo 1222. Domingo 18 de junio, 17.30
Christoph Willibald Gluck en la espineta, óleo de Joseph Siffrein Duplessis de 1775, Museo de Historia del Arte de Viena
ORPHÉE ET EURYDICE, ópera de Christoph Willibald Gluck. Estreno argentino de la versión francesa de 1774. Dirección musical: Gustavo Codina. Régie: Marga Niec. Escenografía: Víctor de Pilla. Iluminación: Oscar Bonardi. Reparto: Osvaldo Peroni (Orphée), Cecilia Layseca (Eurydice), Damián Ramírez (Amour). Ensamble Lírico Orquestal. Coral Ensamble. Coro de Cámara Zahir. Vocal Meridión.
La reforma producida en el género lírico a mediados del siglo XVIII intentó congraciar la relación entre la música y el teatro. Entre los compositores que pugnaron por esta reforma se encontraban Niccolò Jommeli y Tommaso Traetta. También su intencionalidad fue despojar a la ópera de elementos meramente virtuosísticos para situarla en un plano más flexible y “natural”. La valoración orquestal estuvo basada en la mayor riqueza armónica que diera lugar a acompañamientos de mayor “teatralidad”, tan necesarios para crear esa trascendental continuidad entre recitativos acompañados y arias.
Christoph Willibald Gluck fue tal vez el representante más relevante de esta reforma. Si bien comenzó escribiendo óperas al estilo italiano, se sintió atraído por esta nueva tendencia que más tarde adoptaría para lograr su madurez estilística en Orfeo ed Euridice. Originalmente escrita en italiano y para alto (castrati en aquella época) la obra fue estrenada en 1762, en Viena. Luego de una primer revisión en 1764, diez años después el compositor volvió a la obra para realizar modificaciones más profundas, en tanto que le asignó el papel de Orfeo a la cuerda de tenor. El drama revalorizado por la música posee además un interesante rol desempeñado por el coro: uniéndose en escenas con los solistas, actuando casi como un personaje más.
El Ensamble Lírico Orquestal tuvo la expectante tarea de estrenar en Argentina esta versión en francés escrita para tenor. El desempeño de Gustavo Codina en la dirección musical fue correcto, aunque por momentos se advirtieron ciertos desajustes y desafinaciones que perjudicaron la línea de su lectura. El coro estuvo en un nivel similar al desempeño instrumental. Su dicción francesa resultó algo borrosa.
La puesta de Marga Niec comenzó de manera interesante para luego terminar redundando y con una propuesta de poco atractivo. Ni el vestuario ni la escenografía pudieron captar la atención por la escasez de medios con que contó el espectáculo.
La gama de emociones que transita Orfeo en toda la ópera está cabalmente delineada por el compositor. El dramatismo contenido no supo encontrar en Osvaldo Peroni su auténtica expresividad. El escaso valor interpretativo que denostó en toda su labor, sumado a una emisión notablemente forzada hizo que su canto sonara sumamente dificultoso. La soprano Cecilia Layseca mostró estar más comprometida emocionalmente desde lo escénico: su cuidado fraseo solventó su interpretación. Quizá por momentos su emisión carezca de redondez y calidez. El personaje de Amour escrito para soprano fue personificado en esta versión por el joven contratenor Damián Ramírez. Su voz mostró una sonoridad plena, aunque tal vez podría haber cuidado más su fraseo.
Esta ópera de Gluck garantiza su éxito con interpretaciones seguras e impecables desde el punto de vista instrumental así como también desde la perspectiva vocal. La expectativa de este estreno resultó desdibujarse por una versión un tanto fallida en líneas generales.
Javier Villa
Publicado originalmente el viernes 30 de junio de 2006. |