La soprano alemana Hildegard Behrens mantuvo siempre una estrecha relación con la Metropolitan Opera House, ya que se presentó en 171 funciones sobre este escenario. Uno de los papeles más representativos que cantó aquí fue precisamente el protagónico de Elektra de Richard Strauss, en la producción escénica firmada por Otto Schenk, la misma que fue repuesta en esta ocasión. Por ese motivo y en memoria de la gran soprano fallecida en agosto pasado, la Met realizó un breve homenaje dedicándole esta representación. 

La escenografía diseñada por Jürgen Ross, que consiste en un muro que cubre todo lo largo y lo alto del escenario, con unas escaleras al centro que llevan a unas puertas de madera de entrada al palacio y con la enorme figura de un caballo de Troya caído sobre el escenario, proporciona un atractivo marco visual para el espectador, pero resultaron obsoletas e incómodas desde el punto de vista artístico, ya que obstaculizaron el libre movimiento de los solistas y demás artistas sobre escena. Los coloridos vestuarios parecieron adecuados para la época en la que se situó la acción de la obra y muy notable fue el trabajo de iluminación de Gil Weschler, ya que con sus brillantes cambios de colores rojos, amarillos, negros, blancos y grises, logró captar y exaltar los diferentes estados de ánimo por los que atraviesan los personajes, así como la tensión psicológica de la trama. La reposición escénica de David Kneuss