Gaspard Augé y Xavier de Rosnay (Justice) en el Festival "La Route du Rock", París, Agosto 2007
Escuchar música desconocida es un desafío para cualquier oyente. La reacción que se puede generar a partir de lo nuevo va desde la sorpresa y el placer a la inquietud y la disconformidad. Habitualmente uno se aproxima a música desconocida que está dentro de un mundo sonoro que conoce, generando una expectativa que se encuentra en un código ya aprendido. La audición de música nueva se realiza, por lo general, desde lo viejo, desde lo que uno ya conoce. Así cuando hay piezas musicales que no cumplen con ese código se genera un cortocircuito en nuestra recepción. El caso más común, para los que nos gusta la música académica, es cuando escuchamos por primera vez las obras atonales de principios del siglo XX, con Schoenberg a la cabeza. Debemos hacer un ejercicio de predisposición para adaptar las expectativas que tenemos a otro lenguaje sonoro, hasta que finalmente lo terminamos incorporando a nuestro mundo musical.
Otro es el caso cuando, por curiosidad o casualidad, uno escucha algo totalmente ajeno al estilo musical al que transita. Más allá de estar inmersos en mundo masmediatizado del siglo XXI -donde las fronteras de lo académico y lo popular muchas veces se esfuman- la audición del jazz, los Beatles, los Rolling Stones, la bossa nova y la música japonesa aún hoy puede ser tan inquietante y desconcertante para un |