Maria Callas (Anna Bolena) y Nicola Rossi-Lemeni (Enrico) en una escena de Anna Bolena, producción de Luchino Visconti, Teatro alla Scala de Milán, 1957
En las carreras de los compositores hay ciertas obras que son emblemáticas, por las cuales esos artistas empiezan a ser reconocidos en su época, casi siempre emparentadas a la adquisición de un estilo característico. En ópera, por ejemplo, Idomeneo (1781), Tancredi (1813), Nabucco (1842) o El holandés errante (1843) son el reconocimiento público y a la vez la puerta de entrada a una nueva etapa en la evolución de la producción de Mozart, Rossini, Verdi o Wagner, respectivamente. De las sesenta y cinco óperas compuestas por Gaetano Donizetti, esa obra significativa es Anna Bolena, estrenada el 26 de diciembre de 1830 y compuesta para abrir la temporada de carnaval del Teatro Carcano de Milán.
Esta obra, como explica el musicólogo William Ashbrook en su ineludible libro de referencia Donizetti y sus óperas (Cambridge University Press, 1982), puede ser tomada tanto como punto de inflexión en la carrera del compositor como también |