Ya en el comienzo, hay más de una historia respecto al nombre, ciudad e incluso fecha de nacimiento de Jacques Offenbach. Él mismo señaló 1821. Pero su acta de nacimiento indica que llegó al mundo con el nombre de Jacob, el 20 de junio de 1819, a las tres horas de la mañana, en el N°1 de la Grosser Griechenmarkt, en la ciudad de Colonia. Fue el séptimo de diez hijos de Marianne Rindskopf e Isaac Eberst, nativo de Offenbach, una ciudad cercana a Frankfurt. El joven Jacob heredó de su padre una extraña mezcla de seriedad y malicia, a la vez que Isaac, como cantor de sinagoga, le transmitió el aprecio por la música. Prontamente comenzó a dar señales de una habilidad natural para el arte en general y el violoncello en particular. Con el tiempo se convertirá en un virtuoso de ese instrumento.
En 1833 Isaac llevó a dos de sus hijos, Julius y Jacob, a París. El director del Conservatorio era Luigi Cherubini, un hombre de costumbres austeras e inflexible. Isaac lo convenció de oír al joven Jacob, que con catorce años lo deslumbró. Jacques, como comenzará a ser llamado en la Meca de la música, se entregará al aprendizaje con cierta impaciencia. Es ante todo un autodidacta. A los quince años se integrará a la orquesta de la Opéra-Comique, donde absorverá el repertorio: Adolphe Adam, Daniel Auber, François-Adrien Boïeldieu, Ferdinand Hérold. En el foso, ya comienza a brillar su ingenio: se pone de acuerdo con el otro cellista para que uno toque las notas pares y el otro las impares.
El baile y la danza son dos fuentes abundantes de música en el París de la Monarquía de Julio. Los soldados que volvieron de la conquista de Argelia trajeron consigo un baile llamado |