Viernes 29 de Marzo de 2024
Una agenda
con toda la música






Conferencias, cursos,
seminarios y talleres

Convocatorias y concursos
para hacer música

Buscador


FacebookTwitterBlogspot
 

“Macbeth” en el Teatro Colón : La traición de Malcolm
Una excelente producción de la ópera verdiana se presentó en el Teatro Colón como parte de los homenajes a William Shakespeare en los 400 años de su fallecimiento. Por Ernesto Castagnino
 

Escena final del primer acto de Macbeth, Teatro Colón, 2016

MACBETH, ópera de Giuseppe Verdi. Nueva producción escénica. Funciones del sábado 1* y domingo 2 de octubre de 2016 en el Teatro Colón. Dirección musical: Stefano Ranzani. Dirección escénica: Marcelo Lombardero. Escenografía y proyecciones: Diego Siliano. Vestuario: Luciana Gutman. Iluminación: Horacio Efrón. Coreografía: Ignacio González Cano. Reparto: Fabián Veloz / Douglas Hahn* (Macbeth), Chiara Taigi / Eiko Senda* (Lady Macbeth), Aleksander Teliga / Homero Pérez-Miranda* (Banquo), Gustavo López Manzitti (Macduff), Rocío Giordano (Dama de Lady Macbeth), Gastón Olivera Weckesser (Malcolm), Iván García (Médico), Juan Pablo Labourdette (Sicario), Sebastián Sorarrain (Heraldo), Mariano Fernández Bustinza, Victoria Gaeta, Dante Lombardi (Tres apariciones). Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón. Director del Coro Estable: Miguel Martínez.

El año pasado, como cierre del Festival Internacional de Buenos Aires, la compañía Third World Bunfight ofreció en la sala principal del Teatro Colón una original versión del drama verdiano, transformando a Macbeth en un presidente congolés que vende sin escrúpulos los recursos naturales a una corporación. Tan poderosos son los personajes shakespearianos, tan profunda es su esencia, que su mensaje será siempre actual y su eficacia perdurará en cualquier versión o adaptación que se proponga. De la poética visión de Akira Kurosawa sobre Macbeth en Trono de sangre (1957) a la ferocidad de Heiner Müller en su aproximación a Hamlet (Máquinahamlet, 1979) o a la descarnada relectura de Julio César en César debe morir (2012) de Paolo y Vittorio Taviani, mencionando a la pasada las adaptaciones cinematográficas de Ricardo III por Richard Loncraine (1995) o de Romeo + Julieta por Baz Luhrmann (1996), los ejemplos de lecturas y relecturas, adaptaciones y versiones abundan. Abundancia que se nutre de la genialidad con la que el dramaturgo inglés puso en escena las problemáticas más hondas de la subjetividad propia de la modernidad: la ambición, la culpa, el odio, el egoísmo, los celos.

El teatro musical no se ha privado desde su nacimiento en el siglo XVII de recurrir a las tragedias y comedias shakespearianas para transformarlas en óperas: las dos versiones de Romeo y Julieta de Vincenzo Bellini y Charles Gounod, Hamlet de Ambroise Thomas, las adaptaciones de Sueño de una noche de verano de Henry Purcell y Benjamin Britten, La tempestad de Thomas Adès, las dos Otello de Gioachino Rossini y Giuseppe Verdi, Medida por medida, que sirvió de inspiración a La prohibición de amar, una de las primeras óperas de Richard Wagner; Antonio y Cleopatra, visitado en los sesenta por Samuel Barber y, finalmente, Falstaff y Macbeth, otra vez bajo la visión de Giuseppe Verdi.

Fabián Veloz (Macbeth) en una escena del tercer acto de Macbeth, Teatro Colón, 2016

La versión de Verdi sobre la tragedia del matrimonio consumido por la ambición de poder, desde su estreno en 1847, parecía haber quedado en el cajón de los más o menos fallidos empeños juveniles del compositor, cuando afortunadamente dieciocho años más tarde el propio Verdi hizo una revisión para su estreno parisino. En mejor posición que a los treinta y cuatro años, cuando todavía estaba sujeto a las exigencias de los productores y directores de los teatros, y ya mucho más afirmado en el tipo de teatralidad que quería imprimir al género lírico, el músico de cincuenta y dos años hizo los cortes y arreglos necesarios para darle a su visión de la pieza shakespeariana la fuerza dramática que merecía.

La puesta escénica de Marcelo Lombardero buceó en las profundidades de la violencia política, mostrándola con toda su crudeza en el marco de una actualidad que la acerca perturbadoramente a nosotros. En algún momento de la primera mitad del siglo XX, en cualquier país donde las turbulencias políticas propicien el escenario para conspiraciones, crímenes y abusos de poder, el matrimonio Macbeth asesina a todos aquellos que se interponen a su ambición de poder. La primera víctima será el rey Duncan cuyo hijo Macduff logrará huir antes de seguir el mismo destino. La segunda víctima será el propio compañero de batalla de Macbeth, el general Banquo, cuya descendencia fuera señalada por las brujas como una dinastía de reyes. El noble Malcolm se unirá a Macduff, legítimo heredero del trono, para ayudarlo junto a un ejército de refugiados escoceses a recuperar el trono.

El interesante giro final que encontró Lombardero para contarnos esta historia es que lejos de cerrarse la historia con la asunción del gobernante bondadoso y legítimo, el propio Macduff traicionará tanto a Malcolm como al pueblo que lo puso en el trono, reprimiéndolos con su cuerpo de guardia luego de conseguir lo que quería. Interesante reflexión sobre las no pocas experiencias en las que, alguien obtiene el poder político con el apoyo del pueblo y a poco de asumirlo traiciona a quienes lo llevaron a ese lugar. No hace falta ir demasiado lejos ni geográfica ni temporalmente para encontrar resonancias en la propia realidad. El mundo subterráneo de las

 
Publicado el 19/10/2016
     
WebMind, Soluciones Web Contacto © Copyright 2006/2014 | Todos los derechos reservados